Te nos has ido, no al mundo ni a su gente sino a nosotros. No sabemos a dónde ni con quién o hasta cuándo. Pero los días ahora serán distintos -cómo no podrían ser distintos-. Fuiste, en el más grande de los escenarios, en este escenario confuso que es la vida: nuestro faro, nuestro norte. Dormimos tristes el día de tu muerte abuelo pero amanecimos vivos para enterrarte. Para eso amanecimos ese día: para archivarte en un mueble, para ocultar en una caja oscura las cenizas de lo que fuiste. Te encerramos ahí para siempre. Te guardamos ahí como se