Así las cosas, con la primavera enfrente, con el frío cada vez más distante, y con las nubes cada vez más dispersas: los días se disfrutan más. Se hacen enteros, buenos. Yo no sé qué hay en los días buenos que hacen de la vida algo tan disfrutable. Será quizá amplitud de perspectiva, o paz, o calor. Será eso, calor. La vida es buena cuando hay mucho calor. Calor de ese que no despegas de ti, que no limpias.
Estoy hablando de ese calor que te hace sudar como si la vida importara para algo. Como si sudar fuera la razón de querer hacer las cosas. De levantarte por las mañanas, de no olvidar apagar la cafetera antes de salir, de recordar que los Lunes –todos- se debe sacar la basura. Estoy hablando de ese tipo de calor. El que le da significado a los días. Tan fácil como eso.
Yo aquí venía a decir un par de cosas. En estos días las nubes han sido todo menos grises, y han sido indulgentes. En estos días las nubes han querido salir para todos –cosa extraña-. Pero es que en ese atributo exacto de la nube, que es navegar, está su seducción. Salir cuando uno tiene que salir y estar cuando uno tiene que estar. Claro, suena a canción de Bob Dylan, y será que eso es la nube: una maldita canción de Bob Dylan.
Que ya está aquí la primavera y que el verano está a la vuelta. No se trata de eso, dejemos que vengan. Siempre han venido y –quizá- seguirán viniendo. La vida es una larga lista de incontables veranos e inviernos y un puñado de otoños que siempre han venido. La vida es un montón de vueltas al sol.
Pero -a veces- dejar de dar vueltas y tomarse uno el tiempo para caminar, puede que sea la solución. Y eso quería yo decir. Que el tiempo es una carretera inclemente -quizá la más de todas-. Que no tiene regreso, y que encontrar el rumbo es difícil. Pero cuando se encuentra, pues se encuentra. Benditos los rumbos y aquellos caminos que conducen a quién sabe dónde, pero que conducen. Después de todo, la verdadera sustancia de la vida no es llegar (¿a dónde se puede llegar?) sino creer, con todos los pulmones, que se camina con puerto. Que vamos hacia algún lado. Y pues, vamos celebrando eso.
Bueno, al grano: dejemos que la vida haga vida pues. Y ya estando uno en esas alegaciones tan enormes y profundas, dejemos que la vida nos destruya a mordidas. A destajo. Todo esto ha venido al caso porque –claro- hoy ha ganado el Barcelona. Y yo si no hablo cuando se gana un derbi, no soy yo. A veces, escupir tonterías, vale tanto.
Acá una postdata fortuita:
Uno encuentra eso que ha estado buscando en los lugares menos esperados. Se da cuenta uno entonces que la vida es todo menos fórmulas, recetas o atajos. Todo es tan putamente fortuito e inesperado. Y para citar al inmenso (y preciso) Forrest Gump:
Preciado
Escritor. Director Creativo en RUDO AGENCIA. Sobreviviente del sexenio de Calderón. #LastWords: "Bueno, esta balada es sólo para avisarte que en estos pocos días no me tomes en cuenta." M.B.
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