Un día mamá y papá decidieron quererse. Aunque no estoy seguro a ciencia cierta que eso de querer a alguien sea como tal una “decisión”. Me da la impresión de que alguien -o algo- más lo decide por ti. Lo que sí es que no se te pregunta. Un día estás tan tranquilo tomándote un café en Starbucks (ingenuamente), y al otro ya estás planeando tu vida con alguien. Peleándote por el color de las sábanas para la recámara, o por los platos sucios que nadie quiere lavar. Un día vas tan indiferente caminando por la calle, ignorándolo todo, y al siguiente ya estás cocinando para dos. Haciendo café para dos. Así como así. El amor no pregunta. Aparece. Y punto. Así un tanto injusto, creo.
Sin embargo, algún día papá y mamá decidieron que la vida juntos sería mejor que cualquier otra cosa. Decidieron ser. Juntos. Producto de esa decisión tan honda pues, aparecí yo en el mundo. Tan tan. Vaya cosa. Un día mi padre se agarró los tanates, tomó valor, y decidió invitar a salir a mi madre. Acto siguiente aquí estoy. Escribiendo estas tonterías.
El resumen es corto y es condensado, sí. Que no es que mis 33 años no sean nada más que eso. Pero sí decir que mis 33 años son primero que nada, y último que todo: la historia de Héctor, que un día decidió invitar a Luz a pasear y a comer. Y que ahí se quedaron para siempre. Que soy la historia de mis padres.
Sobre mis 33 pues no hay mucho. Que tengo canas como anciano. Que ya me irrita todo. Que tengo bochornos. Odio el calor. Que siempre ordeno lo mismo a donde vaya. Después de 33 años ya sé lo que quiero. Mi ceviche o mi aguachile o mi corte de carne a tres cuartos. Pero antes mi cerveza. Fría y por favor no te tardes. Que las crudas ahora me duran 2 días. Que el café de la mañana es negro, y es primero. Que mi lado de la cama es el derecho. Que olvido mucho cortarme las uñas. Que el gel que siempre he usado en el pelo me da caspa. Mucha. Pero lo sigo comprando. Que sigo creyendo que la vida es un huracán que lo estropea y lo arregla todo. Y que ser tío de una pequeña me ha dado un halo de amor distinto. El amor por una vida que empieza. Antes del huracán y de todo. El amor por la inocencia. Ser tío es una apertura a la vida. Como pocas cosas.
A ver qué nos cuenta ella cuando llegue a sus 33. Espero que falte tanto tiempo para eso.
Pero tanto.
Que bonito!!!