¿Qué dijeron? ¿Nada de resúmenes dramáticos ni listitas mamonas? ¿Nada de “lo mejor y peor del año”? Pues eso, nada, que ha sido un año de recuentos melodramáticos y cuentas regresivas que para qué les cuento si ya saben. Que se me da el dramita carajo. Ahí les va. No espanten. Seré breve:
Siendo claros -así de inicio: fue buen año. El mejor de muchos. Y como en todo lo bueno no hay –ni debe haber- espacio para el disparate. Solo dejar constancia de que este año abundó la calma, la risa, el café expreso, la carretera, la playa, el sexo –del bueno-, y que abundaron a destajo los besos. Abundó mucho la vida. Y pues, vaya año.
Este año abusamos mucho de Netflix, y descubrí que mi bebida favorita de todos los tiempos es el güisqui seco (así sin agüita ni hielitos que lo estropeen). Este año fue de trotes lentos pero bien acompañados. Fue de sudar. Este año memoricé absortamente todas las temporadas de Modern Family. No me arrepiento de mucho. Y eso ya es decir.
Este año fue de ella, y fue de nosotros. Fue de hacer brecha y tirar camino. Fue así como un suspiro de puta vida. Un aire de esos que limpian el paisaje. Este año fue mucho comer rico. Y carajo, discúlpeme, pero comer rico debería ser la única meta de la especie humana. Este año rompí varios calzones.
Sigo molesto con lo de Jon Snow, pero agradecido por lo de Adams y su versión de 1989 (vaya tarareo). Así de botepronto aquel tapatío Abril de birria, barbacoa y carnes en su jugo quedó para el registro. Que extrañar la comida de uno es vivir. Y ni qué contarles de mi regreso a La Fuente, otrora hábitat de mi pubertad, hoy cantina farandulera que perdió el piso. Pero lo que sí me queda y quisiera yo anotar, fue aquel café iluminado, donde en sus solitarias mesas de Domingo, tropecé con ella. Vaya noche. Vaya año.
Este año la familia fichó a un nuevo integrante. Una bolita de billar que no hace más que dormir y comer, y cagar, y respirar, y acentuarnos la vida. Porque eso es lo que hacen los bebés: acentuar vidas. Poner la tilde ahí donde sobraba el espacio. Tenemos un grupo en el guatsap solo para documentar cada bostezo que da. Es una cosa de locos. A eso nos hemos reducido como humanos: a mirar a otro (de por vida). Nuestra vida es mirarla y ver qué chingados hace. Es buena vida.
Sí, este año abrí mi cuenta de Instagram. No lo piense mucho. Sígame. Subo la ocasional foto coqueta y bien filtrada.
Sobretodo -y pese a todo-, este año se desgastó mucho la bota. De eso se trata todo, ¿no?.
Quizá lo mejor sería no terminar el año. Darle continuidad.
Carajo. Seguir trotando lentito.
Qué puta prisa.
Insisto.
Comentarios